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¿Humanos o marranos?

“La desvalorización del humanos crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”

Karl Marx.

Nosotros los seres humanos, naturalmente, somos animales con capacidad simbólica, animales simbólicos y racionales, que nos desplegamos en un lenguaje conceptual, un lenguaje lógico o científico y en lenguaje de la imaginación poética, de ahí, todas nuestras más bellas y significantes manifestaciones culturales, sociales y científicas. Sin embargo, tristemente, hoy en día vemos como en todos los países y el mundo hay problemas en las sociedades como lo son la drogadicción, inseguridad, guerras, muerte, corrupción, violación de derechos, en fin, cosas que ante la moral y la ética han venido aumentando de forma considerable y desmedida. Uno de estos problemas, seguramente el más evidente y menos tratado, basándome en el documental “La Historia de las cosas”, que afecta nuestra parte social, económica, humana, ética y filosófica es la globalización, inspirada en el poder y la codicia de unos pocos; es, entonces, aquella extracción, producción, distribución-consumo y desecho que pone en jaque nuestra parte humana y a la filosofía en sus ramas como la ontología, metafísica y epistemología.

 

Pero, ¿Cómo puede esto afectarnos tanto? En la obtención de nuestros bienes, se debe empezar con una extracción, aquella que destruye el medio ambiente y acaba con los recursos naturales, luego una producción, aquella producción de químicos tóxicos que genera un alto costo humano, tanto para los que lo fabrican como para los que lo consumen, después una distribución que sin duda trata de externalizar los costos , es decir, vender lo más rápido posible y al menor costo sin tener en cuenta el esfuerzo, sustento y vida de muchos, ahora, por consiguiente, viene el consumo, el corazón de este sistema, aquel que nos vuelve personas insaciables, desmedidas, obsesivas, dando preferencia a lo material más que a nuestra propia integridad física, mental, ética, social, ontológica y cognoscitiva. Por eso hoy vale más la persona que tenga más bienes que humanidad, así, encontramos en el poder a unos animales incapaces de liderar, pero si capaces de engañar para robar, asesinar y cometer otros tipos de atrocidades.

 

El consumir, como vemos, afecta nuestro sentir, ser y razonar. Hoy en día los bienes reemplazan al Motor Inmóvil, a un Dios que alguna vez tuvimos entrando así la metafísica de Aristóteles en crisis. Por otra parte, el consumo nos genera una avaricia implacable que algunos “líderes” mundiales aprovechan y producen hipnotizándonos con sus propagandas y productos haciéndonos creer necesidades que en verdad son innecesarias entrando así en crisis nuestra autenticidad, nuestro propio ser, dejando de ser seres auténticos a pasar a ser seres falsos (tomando en cuenta la distinción de nuestro filósofo Platón), ya, por consiguiente, podemos concluir que también entra en crisis la ontología de Parménides. Esto hace que nuestros derechos, dignidad y recursos sean más vulnerables y fáciles de irrespetar e incumplir volviendo esto un negocio más.

 

Es interesante ver como la utopía filosófica de Aldous Huxley en “Un mundo feliz” se asemeja tanto a nuestros días, una sociedad basada en el condicionamiento para consumir sin tener en cuenta la familia, el conocimiento, sentimientos y el ser alguien, en la cual, la ciencia es considerada como su creadora y enemiga, ya que, ésta, tal vez pueda sacarnos de nuestra profunda ignorancia. También podemos tomar en cuenta la utopía de Isaac Asimov “Yo, robot”, en la cual, las máquinas o tecnología nos reemplazan volviéndonos perezosos e ineficientes, incapaces de pensar y razonar acerca de nuestra realidad.

 

Hoy, estamos siendo esclavos de nuestros propios inventos tecnológicos y de bienes, que producen necesidades de la nada, así mismo, somos manejados como simples masas sin carácter y sin voluntad, como marranos que sólo duermen, comen, se reproducen y hacen lo que se les diga, entonces, ¿Es eso lo que queremos ser?, ¿Marranos? O más bien seres humanos de carácter racional, voluntario y consciente, recuperando nuestra capacidad simbólica. Si esta es la idea, ¿Qué deberíamos hacer para contrarrestar esta serie de problemas?, ¿Debemos echarnos a la pena?, ¿Rescatar la metafísica y a aquél dios imaginario que alguna vez nos rigió? Algunos dirían u optarían por echarle la culpa a los más poderosos del mundo tal cual como pasó con la iglesia en los siglos XV Y XVI, pero no vemos que nosotros hemos contribuido también a este pésimo sistema dejando que siga creciendo y volviéndose más fuerte.

 

Pienso qué, debemos aceptar y razonar sobre nuestra propia realidad, recuperando conciencia llevando a cabo una nueva revolución, así, volviéndonos seres auténticos e independientes capaces de trabajar en equipo para reconstruir una sociedad caída en el vicio del consumo, y siguiendo a Darío Samper, necesitamos un renacimiento, no inspirando en un humanismo que de fundamento al individualismo, sino en un renacimiento con un nuevo humanismo social, el de las grandes masas y agrupaciones. Se trata de empeñarnos en otra lucha por la libertad. La libertad es una opción universal del hombre. Su contenido se modifica con la historia. Ayer la libertad política condicionada a la conciencia universal. Hoy la libertad social que se identifica con la conciencia de la masas.

 

En conclusión, siguiendo el orden de ideas, debemos pararnos de nuestro sofá, pensar en que estamos, que somos: ¿Auténticos o falsos?, unirnos como pueblo, reclamar lo que por derecho nos pertenece, optar por métodos de reciclaje y de producción planificada para durar, no creer ni crearnos necesidades innecesarias, no desperdiciar o echar a la basura lo que tenemos, ser asertivos y prudentes en nuestro consumo ya por último, después de dar ejemplo, hacer conexiones con otros dispuestos a cambiar su vida y sociedad, así, por consiguiente, cambiando el mundo.

 

Esteban Castillo Penagos

11-10

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